Entrevista a Pánico!
Sé que Pánico ya volvió hace un tiempo, pero la entrevista está entrete, a mi me gustó. La saké de www.super45.cl para sus respectivos y merecidos derechos de autor.... Asi que keridos amigos fanáticos de la música freak..... lean mi copiadopegadosinkontrol. (Dedicado a Camilacia que sé ke le gusta) :
Entrevista a Edi y Carolina:
El regreso de los chicos Pánico
Por Iván Pinto y Cristian Araya
Pánico está de vuelta. Han pasado un par de años, varios viajes, muchos escenarios y, sobre todo, mucha experiencia para una banda única en nuestro imaginario local, completamente referencial al momento de hablar de rock en Chile. El disco que los trae de vuelta Subliminal kill, que ha sido bien recibido por la crítica y medios prestigiosos como Les inrockuptibles o Wire. Ellos insisten en bajarle el perfil al asunto. Sin embargo, la sensación de trabajo bien hecho está presente en toda esta entrevista. Eduardo Pistolas y Carolina Tres Estrellas repasan lúcidamente su propia historia, sus inicios, sus primeros discos, su viaje fuera de Chile y la manera como se fue gestando lentamente el fenómeno Subliminal kill.
Edi Pistolas y Carolina Tres Estrellas se encuentran sentados en una mesa junto a su sonidista (un tipo con dreadlocks que disfrutará pacientemente de un pisco sour durante toda la entrevista), y sus rostros parecen contentos, algo curiosos por Chile pero a la vez sabiendo demasiado en qué terreno se mueven. Santiago pareciera ser, con todos sus pequeños cambios, “el mismo de siempre”. Los tiene sin cuidado. Ha pasado tiempo. Pánico ha pasado por muchas cosas (cambios de países, de sello, un hijo), y de alguna manera todo eso está plasmado en su último disco, Subliminal kill. Digamos que es un disco como para detenerse y pensar un poco más en retrospectiva, revisar los inicios de una banda que en su momento fueron la piedra angular de una escena, pero que, por su deseo de expansión, decidieron irse al extranjero. “Ya habíamos hecho todo lo que se podía hacer acá”, dice Eduardo a Super 45, y esa frase suena acertada para una banda que partió hace más de 10 años en Santiago, y que hace unos cinco, con un contrato bajo el brazo, decidió probar suerte afuera.
Carolina: —Es que si lo enfocas al principio-principio, Pánico era pura performance. Se trataba de hacer el mayor ruido posible con los menos elementos.
Eduardo: —Porque teníamos re pocos elementos también…
Carolina: —Y queríamos que hablaran de nosotros como de nadie, así que había que darle al show no más. Pero después de un tiempo te aburrís de eso. Uno sentía que al final la gente iba por ver una cosa escandalosa y ahí ya dejaba de tener gracia. Hacer un escándalo dejaba de tener interés.
—¿Se sentían parte de algo en esa época?
Carolina: —Para mí era muy freak todo. La gente estaba con muchas ganas de ver cosas, escuchar, pelar el cable. Era la época “after Pinochet”, se sentía esa época que era bien grata de vivir, como un momento de explosión.
Eduardo: —Yo creo que, de partida, la cosa de los 90s, cuando nosotros llegamos, fue un momento muy especial. Para mí fue un momento mágico. Nosotros veníamos de Francia, del tema de la guerra en Irak, estaba todo mal… Los franceses escuchando acid (el tecno había partido fuerte) y nosotros lo veíamos muy fome. Llegamos a Santiago como de vacaciones, y vimos lo que estaba pasando: habían ene bandas y finalmente dos años después logramos llegar, instalarnos. Nosotros estábamos viviendo como en una película de Almodóvar. Lo único que nos interesaba era drogarnos, tocar música, hacer shows, pasarlo bien y eso era todo. Y la cosa de alguna manera funcionaba.
—En ese momento había una escena un poco más mezclada…
Eduardo: —Claro, nosotros éramos de una generación que vivió la dictadura; nuestros padres o se quedaron en Chile o se fueron. Mucha gente volvió en los 90s y se volvieron con los hijos y esos hijos en ese momento eran adolescentes o veinteañeros, y venían todos con culturas muy diversas y llegaron a Santiago. Aquí se creó como esa especie de encuentro cosmopolita, sin serlo realmente, pero era muy creativo. Y además estaba muy fuerte. Yo tuve la “suerte” de vivir en los 80s en Chile, poco tiempo y ver a Upa!, Electrodomésticos, grupos de la época y la cosa era muy creativa, todo underground, todo muy secreto. Y a inicios de los 90s eso como que salió y hubo un par de años en que toda esa gente como que se expresó y fue muy fuerte. Después todo eso decayó un poco, pero en un comienzo era súper creativo. De hecho, influenciados por todo eso hicimos esas especies de performances. Era una manera de diferenciarse de todas las bandas, llamar la atención. Ahora no lo hacemos porque no necesitamos eso.
Cuatro discos: El “disco rosado”, aquel con la carátula de Bruce Lee, el Pornostar (ya fichados por EMI), Canciones para aprender a cantar y Rayo al ojo forman parte de esta primera etapa. Los dos últimos fueron sacados por su propio sello, en aquella época Combo Discos, uno de los pocos intentos de autogestión durante los 90s, que en su momento intentó servir de bisagra para artistas franceses, trasandinos y locales.
—¿En aquel tiempo que los motivaba?
Eduardo: —En principio, sacar los discos de Pánico. Sin embargo, cuando llegamos, el 94, nos sorprendió mucho que en Chile no se conocieran grupos argentinos. Se conocía la música de los 80s, pero nadie conocía grupos argentinos. Y entonces conocimos a El Otro Yo, con quienes en ese tiempo tuvimos una afinidad humana y artística e hicimos conciertos, y, aunque no podíamos sacar sus discos, sí los distribuíamos, íbamos a circuitos muy underground como de musica thrash o metal e íbamos directamente a las tiendas y llevábamos los discos. Eso lo hicimos con El Otro Yo, con Suárez, Victoria Abril, Holden. Nunca pudimos ganar dinero con eso; al contrario.
Carolina: —pero era un poco la opción. No hay tantos líos entre los países latinoamericanos como pareciera: se habla el mismo idioma, la misma cultura. La preocupación era cómo acercarnos a nuestros vecinos. Y después vino el asunto más local, de desarrollar artistas. No hicimos tanto tampoco: con gente como Tobías Alcayota, que era música que tenía algo que ver con lo que hace ahora Gepe, en el sentido de búsquedas propias, de identidad. En Pánico hay conciencia de algo local que hay que defender. Fue uno de los motivos del sello también…
Eddie: —Sí, igual en un principio si Combo discos existió fue para Pánico y sacar sus discos. Yo veo que la cosa se fue desarrollando de esa manera.
Y así fue. Ya a fines de los 90s, Pánico llega a un tope, luego del sello y los cuatro discos. Es ahí cuando surge el viaje que daría origen a Telepathic sonora, ya fichados por una multinacional. Un disco del que, como ellos mismos apuntan, no pareciera querer hablarse mucho en Chile.
—Lo interesante de ese disco es que lo habían hecho como reacción a Chile y, al final, fue el disco que los llevó a Francia.
Eduardo: —Eso fue como lo paradójico de la situación. O sea, nos pareció rarísimo. Imagínate eso hoy en día y en la época es una cosa que no existe, que te llame un sello de afuera…
Carolina: —…para ir a grabar a Nueva York un disco latinoamericano.
Eduardo: —No existe. Nosotros sabíamos que nos metíamos en un lío, pero a la vez era lo que necesitábamos. Nosotros no queríamos estar acá, sabíamos muy bien que de todas maneras para Pánico ya habíamos hecho lo que podíamos hacer acá y no íbamos a hacer mucho más tampoco, a menos que partiéramos de algo demasiado pop, y eso que al final Telepáthic es un disco súper pop, pero es un disco interesante, o sea, a mí me encanta ese disco, creo que es un buen disco y le falta un poco de tiempo.
—A su vez, era su segundo intento con una multinacional.
Carolina: —Pero ése es otro tema. O sea, era necesario si queríamos irnos de Chile y firmar afuera, por una cosa económica, obvio, pero aparte de eso no hicimos el proyecto para seducir a una multinacional extranjera. El motivo era realmente una preocupación interna de Pánico de reivindicar algo que no estaba asumido de alguna forma en Chile. En otros países, el tema esta mucho más abierto. Tú vas a México y no hay tanto esnobismo.
Eduardo: —Están todos ahí con la cumbia.
Carolina: —Y la cosa como que se siente no más. Te gusta o no te gusta.
—¿Y que pasó después?
Edi: —Bueno, llegamos a Francia con este disco y ¡pum!, empezamos a tocar. Y al tiro nos introducimos a un circuito de conciertos. Durante un año casi no paramos de tocar, hasta que la cosa paró y nosotros nos fuimos de Sony, nació nuestra hija, hubo cambios en el grupo, estábamos sin sello, sin dinero y ahí… Creo que se consolidó algo sin ser totalmente concientes, pero como que queríamos dejar en claro que no éramos un grupo francés ni un grupo español ni un grupo latinoamericano. Algo que me molestó mucho cuando estábamos tocando Telepathic sonora es que era muy hermético todo. Entonces toda le gente decía: “Ah, es un grupo que hace música latinoamericana contemporánea”. Ya, ok, pero por el hecho que estaba cantado en castellano, por el hecho que era una música latinoamericana, la gente no iba a buscar más allá de eso, y después de un rato me dio lata, porque el hecho que la gente no entienda lo que estás diciendo te cierra mucho. Entonces, cuando empezamos a trabajar en Subliminal kill, dije: “Vamos a incorporar el inglés”, pero no queríamos pasar a ser un grupo que cantase el inglés solamente, porque el español es parte fuerte de la personalidad de Pánico.
—Sin embargo, si Telepathic sonora fue una búsqueda para un costado, ¿cómo surge Subliminal kill?
Eduardo: —Yo lo veo como un círculo, y diría que Subliminal kill es mucho más cercano a Telepathic sonora que a Pornostar. O sea, estoy 100% convencido de eso. Bueno, en todo caso, después de Telepathic nos encontramos en un momento sin sello y eso nos hizo aterrizar un poco, porque había sido toda una euforia muy grande hasta que de pronto se acabó: pasemos a otra cosa… Entonces hubo un momento de recuestionamiento muy fuerte también. Nos surgió la pregunta: “¿qué vamos a hacer ahora?” Paralelamente, salimos mucho a clubbing , y realmente vivimos ese momento en que algunos djs, muy pocos djs, empezaron a tocar de nuevo cosas como Talking Heads, James White and The Contortions, ESG, toda esa música de los 80s mezclada con house, como medio setentero. En ese momento nos dieron ganas… Yo descubrí la música en los 80s, y mi primera gran pasión fue la new wave. Armé un par de temas así, como ‘Ice cream’, basados en música que me gustaba a mí, y a base de eso hicimos un disco que se llama Ice cream, un maxi -vinilo, del que existen pocas copias acá. Pero que fue un disco que giró por allá, y llegó a manos del sello Tigersushi, que nosotros conocíamos de antes porque es un portal de música como muy cool. Ellos fueron a ver un show de Pánico y nos dijeron: “Ya: hagamos un disco juntos”. Así fue como empezamos a trabajar los temas, pero empezamos de la misma manera que Telepathic sonora, trabajando batería y bajo.
Carolina: —Pero sin tanto calculo y con muchas cosas inventadas del momento, que igual eso está en todos los discos de Pánico y que después están editadas. Los temas de Pánico se sacan así como espontáneamente, y después se va trabajando.
Eduardo: —Aparte, mientras grabábamos Subliminal kill aparecían grupos que decían: “nos gusta Joy Division”, y nosotros íbamos a verlos y sonaban muy suaves, muy formateados. Entonces, naturalmente nosotros empezamos a retocar temas como ‘Bate en la mano’ o ‘Anfetaminado’ en clubes y cosas más rocker. Éramos bastante más ácidos y salvajes que cualquier grupo que tocara ahí, porque nosotros no estábamos ni ahí, no teníamos nada que perder y no sabíamos si íbamos a sacar un disco. El punto es que cuando empezamos a trabajar en Tigersushi ellos nos metieron al tiro en un circuito de clubs y dónde tocábamos entre dos djs. —En cierta forma, se podía bailar con sus canciones.
Eduardo: —O sea, claro, trabajamos eso que ya habíamos empezado a hacer con Telepathic sonora: sabíamos manejar el groovy, sabíamos cómo hacer bailar a la gente. Entonces comenzamos a adaptar ese conocimiento que teníamos con nuestra cultura noise y nuestra cultura más “vanguardista”, y empezamos a hacer versiones de ‘Lupita’ o ‘Iguana’ o ‘Transpiralo’ o incluso ‘Anfetaminado’, que eran largos… Y así fue como partimos con la idea de hacer un disco como muy minimalista basado en batería y bajo y guitarras como más ambientales y más new wave, con esa mezcla de español-inglés, y se fue dando de a poco. Igual el disco lo grabamos en ocho horas, porque teníamos muy poco presupuesto; lo grabamos como de media noche a 8 AM.
Carolina: —En términos de producción, ese disco es comparable al tiempo de Canciones para aprender a cantar. Muy lo-fi.
—¿Qué fue pasando entonces?
Eduardo: —Cuando fuimos al sello, ellos nos dijeron: “Bueno, nos gustaría sacar un 7 pulgadas con ‘Anfetaminado’ y un lado b”. Nosotros dijimos: “Bueno, por qué no, igual es un tema antiguo, pero aquí nadie lo conoce. Grabémoslo”. Después querían sacar un 12 pulgadas y el álbum. Entonces grabamos ‘Anfetaminado’ y después ‘Lupita’ para el lado b. El sello nos dijo: “Ese tema no es un lado b: es un single… Hagamos un lado b”. Después grabamos ‘Qué pasa huey’ y ya, se grabó el 7 pulgadas. Y ahí fue cuando empezó la cosa. Yo estaba en España y de repente me llama un amigo que me dice: “Huevón, estoy en Londres, en Rough Trade, y tu disco está “single of the week”. Yo no le creía, y así fue. Y cuando tu disco está ahí, mucha gente lo compra, porque los ingleses son como fans de la música. Después en Francia salió ‘Transpíralo’ en un compilado de Les Inrockuptibles que tiene bastante credibilidad, entonces eso nos ayudó bastante. Al tiempo, Franz Ferdinand lo puso en los temas que estaban escuchando. Entonces el disco partió piola, pero cuando pasó eso, la revista Wire escribió una reseña y después mucha gente empezó a preguntarnos y nos empezaron a invitar a Inglaterra, dónde tocamos en varios lugares, y ahí la cosa pasó a un nivel algo más grande. Lo que pasa es que Inglaterra es un motor en el mundo de la música y ¡pum!, al tiro te empiezan a llamar de cantidad de países. Fue un efecto de bola de nieve, como que fueron llamando, llamando y llamando, y nosotros empezamos a tocar por todas partes. Pero, insisto, la cosa igual es underground, o sea, tuvo reviews y la gente nos trató bien pero es una cosa igual pequeña.
—Bueno y ahora, ¿qué planes hay? ¿Quieren sacar otro disco? ¿Están grabando temas?
Eduardo: —Estamos haciendo temas, seguro.
Carolina: De hecho, vamos a tocar uno o dos temas nuevos para el próximo recital en Teletón, y estamos trabajando en el nuevo disco y tenemos ene fechas, ya que es verano en Europa, asi que cool.
Edi: —Claro, como estamos en eso y todo. Igual piola. Uno llega acá y la gente te dice: “Ustedes son como súper famosos”, y es como fuera de contexto. Quiero dejar en claro que seguimos siendo un grupo muy pequeño.
Carolina: —Creo que sobre todo dejar en claro que cualquier banda puede ir a buscar suerte afuera, que no hay que temerlo, no es nada. Igual para nosotros es mas fácil porque hay lío allá ahora, pero de todos modos las puertas están abiertas. No hay que tener un culto de algo que nos pasó a nosotros, que lo hicimos dentro de las primeras bandas en Chile. Hay que atreverse también a cruzar las culturas.
[Listening: Gataka - Viva la Mexico]
Entrevista a Edi y Carolina:
El regreso de los chicos Pánico
Por Iván Pinto y Cristian Araya
Pánico está de vuelta. Han pasado un par de años, varios viajes, muchos escenarios y, sobre todo, mucha experiencia para una banda única en nuestro imaginario local, completamente referencial al momento de hablar de rock en Chile. El disco que los trae de vuelta Subliminal kill, que ha sido bien recibido por la crítica y medios prestigiosos como Les inrockuptibles o Wire. Ellos insisten en bajarle el perfil al asunto. Sin embargo, la sensación de trabajo bien hecho está presente en toda esta entrevista. Eduardo Pistolas y Carolina Tres Estrellas repasan lúcidamente su propia historia, sus inicios, sus primeros discos, su viaje fuera de Chile y la manera como se fue gestando lentamente el fenómeno Subliminal kill.
Edi Pistolas y Carolina Tres Estrellas se encuentran sentados en una mesa junto a su sonidista (un tipo con dreadlocks que disfrutará pacientemente de un pisco sour durante toda la entrevista), y sus rostros parecen contentos, algo curiosos por Chile pero a la vez sabiendo demasiado en qué terreno se mueven. Santiago pareciera ser, con todos sus pequeños cambios, “el mismo de siempre”. Los tiene sin cuidado. Ha pasado tiempo. Pánico ha pasado por muchas cosas (cambios de países, de sello, un hijo), y de alguna manera todo eso está plasmado en su último disco, Subliminal kill. Digamos que es un disco como para detenerse y pensar un poco más en retrospectiva, revisar los inicios de una banda que en su momento fueron la piedra angular de una escena, pero que, por su deseo de expansión, decidieron irse al extranjero. “Ya habíamos hecho todo lo que se podía hacer acá”, dice Eduardo a Super 45, y esa frase suena acertada para una banda que partió hace más de 10 años en Santiago, y que hace unos cinco, con un contrato bajo el brazo, decidió probar suerte afuera.
Carolina: —Es que si lo enfocas al principio-principio, Pánico era pura performance. Se trataba de hacer el mayor ruido posible con los menos elementos.
Eduardo: —Porque teníamos re pocos elementos también…
Carolina: —Y queríamos que hablaran de nosotros como de nadie, así que había que darle al show no más. Pero después de un tiempo te aburrís de eso. Uno sentía que al final la gente iba por ver una cosa escandalosa y ahí ya dejaba de tener gracia. Hacer un escándalo dejaba de tener interés.
—¿Se sentían parte de algo en esa época?
Carolina: —Para mí era muy freak todo. La gente estaba con muchas ganas de ver cosas, escuchar, pelar el cable. Era la época “after Pinochet”, se sentía esa época que era bien grata de vivir, como un momento de explosión.
Eduardo: —Yo creo que, de partida, la cosa de los 90s, cuando nosotros llegamos, fue un momento muy especial. Para mí fue un momento mágico. Nosotros veníamos de Francia, del tema de la guerra en Irak, estaba todo mal… Los franceses escuchando acid (el tecno había partido fuerte) y nosotros lo veíamos muy fome. Llegamos a Santiago como de vacaciones, y vimos lo que estaba pasando: habían ene bandas y finalmente dos años después logramos llegar, instalarnos. Nosotros estábamos viviendo como en una película de Almodóvar. Lo único que nos interesaba era drogarnos, tocar música, hacer shows, pasarlo bien y eso era todo. Y la cosa de alguna manera funcionaba.
—En ese momento había una escena un poco más mezclada…
Eduardo: —Claro, nosotros éramos de una generación que vivió la dictadura; nuestros padres o se quedaron en Chile o se fueron. Mucha gente volvió en los 90s y se volvieron con los hijos y esos hijos en ese momento eran adolescentes o veinteañeros, y venían todos con culturas muy diversas y llegaron a Santiago. Aquí se creó como esa especie de encuentro cosmopolita, sin serlo realmente, pero era muy creativo. Y además estaba muy fuerte. Yo tuve la “suerte” de vivir en los 80s en Chile, poco tiempo y ver a Upa!, Electrodomésticos, grupos de la época y la cosa era muy creativa, todo underground, todo muy secreto. Y a inicios de los 90s eso como que salió y hubo un par de años en que toda esa gente como que se expresó y fue muy fuerte. Después todo eso decayó un poco, pero en un comienzo era súper creativo. De hecho, influenciados por todo eso hicimos esas especies de performances. Era una manera de diferenciarse de todas las bandas, llamar la atención. Ahora no lo hacemos porque no necesitamos eso.
Cuatro discos: El “disco rosado”, aquel con la carátula de Bruce Lee, el Pornostar (ya fichados por EMI), Canciones para aprender a cantar y Rayo al ojo forman parte de esta primera etapa. Los dos últimos fueron sacados por su propio sello, en aquella época Combo Discos, uno de los pocos intentos de autogestión durante los 90s, que en su momento intentó servir de bisagra para artistas franceses, trasandinos y locales.
—¿En aquel tiempo que los motivaba?
Eduardo: —En principio, sacar los discos de Pánico. Sin embargo, cuando llegamos, el 94, nos sorprendió mucho que en Chile no se conocieran grupos argentinos. Se conocía la música de los 80s, pero nadie conocía grupos argentinos. Y entonces conocimos a El Otro Yo, con quienes en ese tiempo tuvimos una afinidad humana y artística e hicimos conciertos, y, aunque no podíamos sacar sus discos, sí los distribuíamos, íbamos a circuitos muy underground como de musica thrash o metal e íbamos directamente a las tiendas y llevábamos los discos. Eso lo hicimos con El Otro Yo, con Suárez, Victoria Abril, Holden. Nunca pudimos ganar dinero con eso; al contrario.
Carolina: —pero era un poco la opción. No hay tantos líos entre los países latinoamericanos como pareciera: se habla el mismo idioma, la misma cultura. La preocupación era cómo acercarnos a nuestros vecinos. Y después vino el asunto más local, de desarrollar artistas. No hicimos tanto tampoco: con gente como Tobías Alcayota, que era música que tenía algo que ver con lo que hace ahora Gepe, en el sentido de búsquedas propias, de identidad. En Pánico hay conciencia de algo local que hay que defender. Fue uno de los motivos del sello también…
Eddie: —Sí, igual en un principio si Combo discos existió fue para Pánico y sacar sus discos. Yo veo que la cosa se fue desarrollando de esa manera.
Y así fue. Ya a fines de los 90s, Pánico llega a un tope, luego del sello y los cuatro discos. Es ahí cuando surge el viaje que daría origen a Telepathic sonora, ya fichados por una multinacional. Un disco del que, como ellos mismos apuntan, no pareciera querer hablarse mucho en Chile.
—Lo interesante de ese disco es que lo habían hecho como reacción a Chile y, al final, fue el disco que los llevó a Francia.
Eduardo: —Eso fue como lo paradójico de la situación. O sea, nos pareció rarísimo. Imagínate eso hoy en día y en la época es una cosa que no existe, que te llame un sello de afuera…
Carolina: —…para ir a grabar a Nueva York un disco latinoamericano.
Eduardo: —No existe. Nosotros sabíamos que nos metíamos en un lío, pero a la vez era lo que necesitábamos. Nosotros no queríamos estar acá, sabíamos muy bien que de todas maneras para Pánico ya habíamos hecho lo que podíamos hacer acá y no íbamos a hacer mucho más tampoco, a menos que partiéramos de algo demasiado pop, y eso que al final Telepáthic es un disco súper pop, pero es un disco interesante, o sea, a mí me encanta ese disco, creo que es un buen disco y le falta un poco de tiempo.
—A su vez, era su segundo intento con una multinacional.
Carolina: —Pero ése es otro tema. O sea, era necesario si queríamos irnos de Chile y firmar afuera, por una cosa económica, obvio, pero aparte de eso no hicimos el proyecto para seducir a una multinacional extranjera. El motivo era realmente una preocupación interna de Pánico de reivindicar algo que no estaba asumido de alguna forma en Chile. En otros países, el tema esta mucho más abierto. Tú vas a México y no hay tanto esnobismo.
Eduardo: —Están todos ahí con la cumbia.
Carolina: —Y la cosa como que se siente no más. Te gusta o no te gusta.
—¿Y que pasó después?
Edi: —Bueno, llegamos a Francia con este disco y ¡pum!, empezamos a tocar. Y al tiro nos introducimos a un circuito de conciertos. Durante un año casi no paramos de tocar, hasta que la cosa paró y nosotros nos fuimos de Sony, nació nuestra hija, hubo cambios en el grupo, estábamos sin sello, sin dinero y ahí… Creo que se consolidó algo sin ser totalmente concientes, pero como que queríamos dejar en claro que no éramos un grupo francés ni un grupo español ni un grupo latinoamericano. Algo que me molestó mucho cuando estábamos tocando Telepathic sonora es que era muy hermético todo. Entonces toda le gente decía: “Ah, es un grupo que hace música latinoamericana contemporánea”. Ya, ok, pero por el hecho que estaba cantado en castellano, por el hecho que era una música latinoamericana, la gente no iba a buscar más allá de eso, y después de un rato me dio lata, porque el hecho que la gente no entienda lo que estás diciendo te cierra mucho. Entonces, cuando empezamos a trabajar en Subliminal kill, dije: “Vamos a incorporar el inglés”, pero no queríamos pasar a ser un grupo que cantase el inglés solamente, porque el español es parte fuerte de la personalidad de Pánico.
—Sin embargo, si Telepathic sonora fue una búsqueda para un costado, ¿cómo surge Subliminal kill?
Eduardo: —Yo lo veo como un círculo, y diría que Subliminal kill es mucho más cercano a Telepathic sonora que a Pornostar. O sea, estoy 100% convencido de eso. Bueno, en todo caso, después de Telepathic nos encontramos en un momento sin sello y eso nos hizo aterrizar un poco, porque había sido toda una euforia muy grande hasta que de pronto se acabó: pasemos a otra cosa… Entonces hubo un momento de recuestionamiento muy fuerte también. Nos surgió la pregunta: “¿qué vamos a hacer ahora?” Paralelamente, salimos mucho a clubbing , y realmente vivimos ese momento en que algunos djs, muy pocos djs, empezaron a tocar de nuevo cosas como Talking Heads, James White and The Contortions, ESG, toda esa música de los 80s mezclada con house, como medio setentero. En ese momento nos dieron ganas… Yo descubrí la música en los 80s, y mi primera gran pasión fue la new wave. Armé un par de temas así, como ‘Ice cream’, basados en música que me gustaba a mí, y a base de eso hicimos un disco que se llama Ice cream, un maxi -vinilo, del que existen pocas copias acá. Pero que fue un disco que giró por allá, y llegó a manos del sello Tigersushi, que nosotros conocíamos de antes porque es un portal de música como muy cool. Ellos fueron a ver un show de Pánico y nos dijeron: “Ya: hagamos un disco juntos”. Así fue como empezamos a trabajar los temas, pero empezamos de la misma manera que Telepathic sonora, trabajando batería y bajo.
Carolina: —Pero sin tanto calculo y con muchas cosas inventadas del momento, que igual eso está en todos los discos de Pánico y que después están editadas. Los temas de Pánico se sacan así como espontáneamente, y después se va trabajando.
Eduardo: —Aparte, mientras grabábamos Subliminal kill aparecían grupos que decían: “nos gusta Joy Division”, y nosotros íbamos a verlos y sonaban muy suaves, muy formateados. Entonces, naturalmente nosotros empezamos a retocar temas como ‘Bate en la mano’ o ‘Anfetaminado’ en clubes y cosas más rocker. Éramos bastante más ácidos y salvajes que cualquier grupo que tocara ahí, porque nosotros no estábamos ni ahí, no teníamos nada que perder y no sabíamos si íbamos a sacar un disco. El punto es que cuando empezamos a trabajar en Tigersushi ellos nos metieron al tiro en un circuito de clubs y dónde tocábamos entre dos djs. —En cierta forma, se podía bailar con sus canciones.
Eduardo: —O sea, claro, trabajamos eso que ya habíamos empezado a hacer con Telepathic sonora: sabíamos manejar el groovy, sabíamos cómo hacer bailar a la gente. Entonces comenzamos a adaptar ese conocimiento que teníamos con nuestra cultura noise y nuestra cultura más “vanguardista”, y empezamos a hacer versiones de ‘Lupita’ o ‘Iguana’ o ‘Transpiralo’ o incluso ‘Anfetaminado’, que eran largos… Y así fue como partimos con la idea de hacer un disco como muy minimalista basado en batería y bajo y guitarras como más ambientales y más new wave, con esa mezcla de español-inglés, y se fue dando de a poco. Igual el disco lo grabamos en ocho horas, porque teníamos muy poco presupuesto; lo grabamos como de media noche a 8 AM.
Carolina: —En términos de producción, ese disco es comparable al tiempo de Canciones para aprender a cantar. Muy lo-fi.
—¿Qué fue pasando entonces?
Eduardo: —Cuando fuimos al sello, ellos nos dijeron: “Bueno, nos gustaría sacar un 7 pulgadas con ‘Anfetaminado’ y un lado b”. Nosotros dijimos: “Bueno, por qué no, igual es un tema antiguo, pero aquí nadie lo conoce. Grabémoslo”. Después querían sacar un 12 pulgadas y el álbum. Entonces grabamos ‘Anfetaminado’ y después ‘Lupita’ para el lado b. El sello nos dijo: “Ese tema no es un lado b: es un single… Hagamos un lado b”. Después grabamos ‘Qué pasa huey’ y ya, se grabó el 7 pulgadas. Y ahí fue cuando empezó la cosa. Yo estaba en España y de repente me llama un amigo que me dice: “Huevón, estoy en Londres, en Rough Trade, y tu disco está “single of the week”. Yo no le creía, y así fue. Y cuando tu disco está ahí, mucha gente lo compra, porque los ingleses son como fans de la música. Después en Francia salió ‘Transpíralo’ en un compilado de Les Inrockuptibles que tiene bastante credibilidad, entonces eso nos ayudó bastante. Al tiempo, Franz Ferdinand lo puso en los temas que estaban escuchando. Entonces el disco partió piola, pero cuando pasó eso, la revista Wire escribió una reseña y después mucha gente empezó a preguntarnos y nos empezaron a invitar a Inglaterra, dónde tocamos en varios lugares, y ahí la cosa pasó a un nivel algo más grande. Lo que pasa es que Inglaterra es un motor en el mundo de la música y ¡pum!, al tiro te empiezan a llamar de cantidad de países. Fue un efecto de bola de nieve, como que fueron llamando, llamando y llamando, y nosotros empezamos a tocar por todas partes. Pero, insisto, la cosa igual es underground, o sea, tuvo reviews y la gente nos trató bien pero es una cosa igual pequeña.
—Bueno y ahora, ¿qué planes hay? ¿Quieren sacar otro disco? ¿Están grabando temas?
Eduardo: —Estamos haciendo temas, seguro.
Carolina: De hecho, vamos a tocar uno o dos temas nuevos para el próximo recital en Teletón, y estamos trabajando en el nuevo disco y tenemos ene fechas, ya que es verano en Europa, asi que cool.
Edi: —Claro, como estamos en eso y todo. Igual piola. Uno llega acá y la gente te dice: “Ustedes son como súper famosos”, y es como fuera de contexto. Quiero dejar en claro que seguimos siendo un grupo muy pequeño.
Carolina: —Creo que sobre todo dejar en claro que cualquier banda puede ir a buscar suerte afuera, que no hay que temerlo, no es nada. Igual para nosotros es mas fácil porque hay lío allá ahora, pero de todos modos las puertas están abiertas. No hay que tener un culto de algo que nos pasó a nosotros, que lo hicimos dentro de las primeras bandas en Chile. Hay que atreverse también a cruzar las culturas.
[Listening: Gataka - Viva la Mexico]
Etiquetas: Música
2 Comments:
Hmm I love the idea behind this website, very unique.
»
By Anónimo, at 23:52
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By Anónimo, at 03:08
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